Necesitamos que ellos también se impliquen
Para que los mensajes no queden cojos, y para que haya un
equilibrio de conciencia en las personas, debemos de educar a las niñas y a los
niños, a las adolescentes y a los adolescentes.
De poco, o de nada, vale la actuación que realizamos, si
sólo las educamos a ellas.
No podemos cargarlas con la responsabilidad a ellas.
Es necesario e importante identificar el maltrato, las
señales, conocer cuáles son los mensajes y las trampas del amor Disney o amor romántico.
Debemos empoderarlas y que sean conscientes de que tienen el poder sobre su
cuerpo, es súper importante que sepan lo qué es el consentimiento, que se
cuiden y que aprendan a quererse, que aprendan
a no depender de nadie para ser feliz y que los que se pelean no se desean y
que amar no es sufrir…
Pero todo eso se queda incompleto porque no basta con llegar a ellas, es necesario, pero no es suficiente, no llegamos a la otra mitad, a la mitad que ejerce, que actúa y que tiene un poder o una mirada distinta.
Para equilibrar nuestro mensaje, tenemos que llegar también
a ellos, a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes y a las personas mayores.
Empezar en la infancia, cuando son criaturas y tratarlas con
el respeto que se merecen, sin forzar ni mutilar sus emociones
En lo cotidiano está la clave, en las pequeñas cosas de nuestro
día a día.
Aprender a cuidar, a estar por otras personas.
No reírnos cuando le levanten la falda a las niñas, revisar cómo ocupan los espacios lúdicos, los repartos de tareas en casa. No utilizar términos como marica o nenaza cuando no cumplen con la masculinidad hegemónica en su forma de ser. Porque ni marica ni nenaza pueden ni deben ser utilizados como insulto.
Dejar que los niños, los chicos lloren, porque los hombres
también lloran, y no tienen que ser
fuertes ni tampoco valientes, no es una obligación. La ira no tiene que ser
reconocida como una emoción propia a la masculinidad, ni la tristeza o debilidad
como un rasgo peyorativo o relacionado con lo femenino.
Es necesario potenciar el contacto físico entre ellos, no con golpe, ni para medir fuerza, ni dar abrazos con palmadas en la espalda. Desarrollar un contacto físico del que da gustico, que aprendan a disfrutar de esa otra forma de relacionarse, con abrazos y caricias, besos, que aprendan a escuchar al cuerpo y a expresar sentimientos.
Y eso no basta sólo con decirlo, también tienen que verlo y observarlo en su entorno cercano, así el mensaje será más eficaz.
Porque se educa con ejemplos de primera mano.
Somos modelos de enseñanza y si queremos eliminar esta lacra
que nos mata por ser mujeres tenemos que ir juntos juntas a por el mismo
objetivo, tiene que haber movimiento, revisión de privilegios y buentrato como
modelo de convivencia.
Creo que estamos en ese momento, estamos en proceso, no
demos pasos atrás, no deshagamos lo que tanto trabajo nos está costando
Ahora más que nunca, tenemos una misión con las futuras generaciones
y no podemos permitir que la historia se siga
repitiendo, no podemos retroceder.
Se lo debemos
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