“Me da cosa dejarlo así"
¿Te suena la expresión "es que me da cosa dejarlo así"?
Chica y chico, se están liando y de repente, ella para, no
sigue. Él está a tope y le dice, “no puedes dejarme así, mira cómo estoy”,
entonces ella, en su comunicación interna y mirando su pene empalmado, se dice,
“ay es que me da cosa dejarlo así”.
¿Os suena?
Los motivos del “ay es que me da cosa dejarlo así” pueden ser
muchos. Veamos algunos:
- · Esta expresión sentida y muchas veces solo escuchada en la voz interna de cada una de nosotras, esconde que si le rechazas puedes estar tú "provocando" que te deje, o que se fije en otras o que busque sexo en otras partes...
- ·
También va de la mano de anteponer su bienestar
al tuyo, porque nosotras ya nos hacemos cargo de nuestro placer (entiéndase la
ironía), pero ellos, jo!, “dejarlos así” cómo puedo ser capaz… Es como si su
pene erecto, indomable, reventara o se estrujara de dolor “por dejarlo así”.
- ·
Soy la responsable y lo que empiezas lo acabas…
Si he empezado y esas ganas también las he provocado yo, no puedo “dejarlo a
medias”, porque “tienen que descargarse”.
- ·
Entender y priorizar al deseo masculino vs al deseo
femenino. Como si el deseo masculino fuera incontrolable e ingobernable, porque
es que “ellos siempre tienen ganas”.
Vivimos en una sociedad donde la educación sexual consciente y
feminista es aún un objetivo a conseguir y que al incorporar estos mensajes,
estos mitos y falsas creencias y no cuestionarlos, a sorbos como los últimos
tragos de un zumo se implantan en nuestro imaginario.
Ilustración de Lyona |
En los institutos ya está la semilla brotando.
Ellos, en muchos casos, no entienden eso de liarse, empalmarse y no meterla.
Un zagal una vez me dijo: "maestra, si te
empalmas y no la metes es como correr en una maratón y no cruzar la meta".
Estructural y mentalmente lo sienten así, es lo que toca
porque así lo marca el estado de mi pene. Empalme es igual a hay que meterla. Desmontar
eso, cuestionar ese pilar patriarcal ampliamente aprobado, no es tarea fácil,
se puede trabajar, se puede derruir, yo lo creo.
Ellas sienten que tienen que responder al mandato, ser complacientes,
satisfacer su deseo, su petición, la de él, él
siempre antes.
Escribir en la pizarra, palabras clave o expresiones que el
grupo comenta, refuerza el objetivo de la sesión y contribuye a que el mensaje
se impregne mejor.
Eso suele pasar cuando escribo en la pizarra complacer, que
una cosa es hacer las cosas para complacer o hacerlas con placer. Suena casi
igual, hay un espacio y una letra distinta, pero un significado inmensamente
distinto y sobre todo, unas consecuencias emocionales brutalmente diferentes.
Tener un encuentro sexual
es una elección, mi decisión.
Colocarte en el centro, pensar en ti primero y escuchar esa
voz tuya interior para desempolvar el qué quiero y qué no quiero. Es revolucionario
y tremendamente difícil porque no tenemos el entrenamiento incorporado y porque
(aunque cada vez menos), no hay referentes en las que mirarnos.
El modelo hegemónico de la sexualidad la reduce,
la señala, la categoriza, la patologiza y la estigmatiza. Entender que las
relaciones sexo afectivas no han de ser finalistas, ni coitocentristas e incluso tampoco genitalistas es ampliar
nuestro campo de miras, de sentires y
sobre todo nuestro mapa erótico corporal.
Pensar que una práctica sexual es completa cuando se práctica
el coito, no sólo está clasificando, sino que nos limita, nos condiciona, nos provoca malestares, nos hace
caer en la frustración cuando no se consigue el tan preciado acontecimiento,
nos hace infravalorar otras prácticas y experiencias sexuales.
No hay instrucciones de uso en las relaciones, y
cada cuál puede explorar y hacer lo que sienta, en comunicación y con
consentimiento, pero por favor no podemos seguir reproduciendo tutoriales
imaginarios donde no hay autoescucha y donde en lugar de disfrutar del paisaje,
de la ruta, estoy pendiente de llegar a la meta y tocar maya.
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