TALLERES PARA FOMENTAR EL BUEN TRATO 
Y PREVENIR LA VIOLENCIA MACHISTA.

Hoy he estado con un grupo de veinte jóvenes de 15, 16 y 17 años.

He impartido un taller para fomentar el buen trato en las relaciones de pareja, evitar el maltrato y sobre todo que en parejas heterosexuales podamos reconocer y prevenir el maltrato machista.

Esta segunda sesión la había pensado dividir en una primera parte haciendo un ejercicio de autoconocimiento personal y otra de reconocer y valorar situaciones, si las consideran o no, sanas, violentas, etc.

El desarrollo del taller ha sido tan rodado, el grupo tan entregado y las respuestas tan emotivas que la sesión ha dado un giro y hemos trabajado todo el rato la temática primera, el yo, el autoconocimiento, el quien eres, cómo te sientes y cómo estás. El cómo estás en tu cuerpo, contigo mismo, en tus relaciones con los/as demás  y con todo los cambios internos y externos que te acontecen.

Me decían que no están acostumbrados a hacerse ese tipo de preguntas y cuando las han escuchado la primera vez su respuesta era eso de “es que yo no tengo nada bueno” o “no me gusta nada de mí” o “ya me dice mi madre que yo no sé hacer nada, que soy muy desastre”.

Y poco a poco, tras el juego, el cariño y la escucha han salido cosas intimas y bonicas. 
Sí bonicas, porque a esa edad incuestionable en la que todo es constante transformación, incomprensión y rebeldía, ser capaces a verbalizar algo positivo de sí mismo/a es un punto, un avance muy grande para su persona. También ha sido bonica, porque su autoconcepto está muy minado por la experiencia que están viviendo en  el instituto, los suspensos y las malas caras por parte de adultos que les rodean, y la repuesta primera es “si yo no sé hacer nada…” y al rascar resulta que una pinta genial, el otro baila, la otra hace unos peinados fantásticos a las amigas… pero claro son destrezas no evaluables, no visibles o por ende no autovaloradas.
Me reía con el grupo porque les decía que de esta clase podía salir un festival de culturas, y su profesora me miraba como extrañada de lo que decía y oye y por qué no?

Me gustan los talleres con jóvenes, me gusta  cuando llegas te miran como diciendo “de qué nos va a hablar esta”, y cuando acabas ves un brillo en sus ojos que para mí es de las mejores recompensas.
Hoy en el taller hemos hablado de ellos, de ellas, de qué hacen, qué les gusta de ellos/as, de su físicos, de su personalidad, de sus sueños y objetivos, cuales son sus placeres, sus aficiones, qué se les da bien hacer…  Porque hablar de lo malo y de lo negativo sabemos todos, parece que primamos y aceptamos más las críticas deconstructivas que constructivas. Estamos en una sociedad en la que si alguien dice cosas buenas y bonitas sobre sí mismo/a, le miramos como desconfiados, con la frase esa de “¿es que no tienes abuela?”. 

Eso ha pasado hoy en mi grupo de chavales/as, porque son jóvenes, y como jóvenes que son,  son un fiel de reflejo de la realidad, porque aunque sean el futuro, son nuestros aprendices y nosotros/as las personas adultas, somos su modelaje. ¿Cómo podemos esperar ciertos comportamientos si en los/as adultos no se dan?



Hoy han dicho cosas bonicas. Hoy ese grupo ha sido escuchado, valorado y para nada juzgado.

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